Elevando sueños no conseguiremos superar sus muros, pero sí les haremos sentir miedo, y levantarán aún más sus vallas. Y cuando todo parezca ya perdido, cuando por encima de las tapias no se divisen el sol, la luz ni el cielo, entonces nuestros sueños se alzarán una vez más, y el miedo y la altura, paradójicamente, las harán caer. Ese día nuestros anhelos, al fin, volarán, y nosotros, los que un día elevamos sueños, seremos llevados por ellos –soñaba Hakim aquella tarde de julio, sentado a catorce kilómetros del sur de España, con el Estrecho como destino fatal y Europa como horizonte.
Un espacio de reflexión que incluye opiniones, pensamientos, reflexiones, certezas y creencias que no tienen por qué ser ciertas, pero que son mías. Soy misionero. Soy cura. Intento creer...