La vida está llena de paradojas, y creo que en el símbolo de la manzana se resume una bastante común. La paradoja de la manzana. Mi nacimiento no fue tan peculiar como el de Gila (“ mamá, que he nacido ”). Algunos se alegraron, y la mayoría permaneció indiferente. Yo era muy distinto por aquel entonces (finales de los 80). No sufría por tener que levantarme temprano, y tampoco me gustaba quedarme trabajando de noche. No entendía a los filósofos. Ni siquiera sabía leer. Solamente entendía a mi abuela con sus expresiones de abuela: como ese sonoro “ ajajayyyyy ” acompañado de un rápido “ qué-bonito-es ” y de asfixiantes muestras de cariño. De hecho, tardé unos meses llegar saber qué era eso de “ qué bonito es ”. Todo era muy sencillo en los primeros tiempos de mi vivir en la tierra. Yo no tenía dientes, pero tampoco me hacían falta. Todo lo que me daban era líquido. Primero leche y agua, después un rico batido de manzana y plátano. Poco a poco la cabeza me fue creciendo. Yo no paraba...
Un espacio de reflexión que incluye opiniones, pensamientos, reflexiones, certezas y creencias que no tienen por qué ser ciertas, pero que son mías. Soy misionero. Soy cura. Intento creer...