Pienso que la mejor manera de empezar a escribir es hablar de algo con lo que esté de acuerdo todo posible lector. Pero, ¿cómo hacerlo en una sociedad marcada de forma cada vez mayor por pluralismos de todo tipo? En opiniones no estaremos de acuerdo (monarquía-república, madrid-barcelona, justicia-libertad, 18-21, matrimonio-unión civil, muerte digna-provocada, sí-no, solo-con leche, PP-PSOE, izquierda-derecha, delante-detrás, 1-2-1-2-3) y casi todo lo que un día fue hecho, entendido como objetivo, hoy corre el peligro de quedar diluido en este mar de opiniones multiformes, donde nadie puede saber siquiera el número aproximado de asistentes a una manifestación.
Volviendo al inicio, ¿podría decir algo que pueda admitir al menos un amplio consenso? Creo que sí: NECESITAMOS BUENAS NOTICIAS. Hallé una prueba estos días en una noticia de televisión. Unos nuevos ricos encontraban su boleto ganador entre restos de comida que despreciaban. El asco que sentían tan solo pudo ser vencido por ese deseo de Buenas Noticias que todos tenemos dentro.
Bien, lo he conseguido, aunque supongo que no soy tan creativo. Seguramente ya te has dado cuenta de esto que te digo al pasear por las calles, por las tiendas, o sencillamente por tu interior. Necesitamos buenas noticias. Lo importante (y lo que puede separarnos) es nuestra forma de caminar hacia ellas. Nuestra forma de buscarlas. El lugar que ocupan los otros en esta búsqueda. El valor que reconocemos en las personas que nos rodean, vivan en basuras o en mansiones.
Atrevámonos a caminar por esta vida como esos que creen que entre tanto desastre, entre tanto odio, entre tanta basura, hay lugar para la esperanza, una esperanza que va más allá de cupones y de dinero.
Nosotros necesitamos buenas noticias, y las malas noticias necesitan gente capaz de mirar más allá.
Que cada persona seamos buena noticia para los demás porque somos y llevamos ESPERANZA.
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