-Porque era más facil de pronunciar.
-Porque se lo debía: él me llevaba al parque los domingos y es quien me enseñó a leer cuando aún no iba a pre-escolar.
-Porque es vasco y vivió en Uruguay, y cuando a un vasco-uruguayo se le mete algo en la cabeza... ¡¡más vale que le hagas caso!!
El hecho es que hace dos semanas estuve en Sevilla con tareas en el colegio y en la parroquia (antes de que un casi-cura claretiano se hiciera cura claretiano), y pasé a ver a mis abuelos y a mi tío. Quique estuvo enseñándome uno de los volúmenes de Medicina que ha ido reuniendo en estos últimos años.
Ante lo asombroso y lo cómico de la situación, le dije: "Quique, tienes tanta curiosidad, que seguro que cuando mueras vas a hacerte la autopsia a ti mismo."
Nos reímos y, tras un buen rato, nos despedimos. Hoy, estando ya en Granada, me siento identificado con él. Fui a la biblioteca de casa a por un libro de Nietszche para "Filosofía Contemporánea" pero, al llegar a mi habitación, eran tres los libros que me acompañaban. Fue entonces cuando miré mi cuarto con libros empezados (es decir, inacabados) por todos los rincones. [Mientras escribo puedo contar 23, y seguro que algunos permanecen enterrados bajo las torres de apuntes que me asedian y pronto dirán "jaque mate"]
En uno de ellos, titulado "El mundo es ansí", leía un diálogo fascinante que os transcribo:
-¡Cuando lo sepa su familia!
-Protestará seguramente, pero, ¡qué demonio!, hay que hacer hablar un poco a las personas respetables. Así tienen algo en qué ocuparse, y además, un ejemplo de mala conducta donde se puede destacar su moralidad.
-¿De manera que usted considera sus vicios como un holocausto a la respetabilidad ajena?
-¿No es una manera como otra cualquiera de rendir culto a la virtud?
-Yo siempre lo he creído así.
Con este texto me despido animándote a que lo releas por si algo te dice...
A mí me hace sonreír, recordar las idioteces que he hecho, hago y haré. No consiste en quitar hierro a lo importante, pero sí a todo lo demás. Muchas cosas en nuestra vida no son sino una invitación a reírnos de nosotros mismos ante la gente y a seguir adelante.
De vez en cuando, si el agobio del vivir te visita, mírate y ríete. Luego, reemprende la marcha. Intenta ser bueno, hasta perfecto si quieres, pero no olvides que no lo eres.
¡Y cuidado con la curiosidad!
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