A menudo disfruto observando al ser humano. Creo que si existieran perros sociólogos humanólogos (o si pudieran hablar en caso de que ya existan) harían multitud de preguntas...
¿por qué vais siempre tan rápido?
¿por qué os habéis olvidado de oler?
¿por qué hacéis las cosas de forma tan complicada?
¿por qué no intentáis, aunque sea a ladridos, solucionar vuestros conflictos?
¿por qué la tierra no es de quien marca su territorio sino de quien posee un papel firmado?
¿por qué no miráis el cielo sino el reloj?
¿por qué vais a la playa siempre los mismos 2 días de cada 7?
Pues bien, me estoy preparando para la prueba de acceso en la universidad perruna. Quiero sacar plaza en Humanología Sociológica, precisamente. Hay mucha competencia, pero trataré de esforzarme. Me piden un trabajo de investigación, y esta mañana he descubierto cuál será el tema que elegiré.
¿Que cómo lo he descubierto? De nuevo la curiosidad me jugó una mala pasada.
Saqué un café de la máquina expendedora de la facultad y, cuando me devolvió el cambio, caí en la cuenta de que podía haber pagado con el dinero justo. ¡Qué desastre! ¡¡Qué desorden!! ¡¡¡Un autentico error que es un horror para mi mentalidad cartesiana!!!Pero no me rendí. Tomé dos monedas de 5 céntimos y pensé: tal vez si las pongo en la máquina y luego pido la devolución, me dará una única moneda de 10 céntimos. Probe... ¡y así fue!Animado repetí el proceso (ahora con dos monedas de 10 céntimos), y de nuevo el resultado fue exitoso: una única moneda de 20 céntimos.Aún tenía 2 monedas de 20 céntimos, pero en un tercer intento sólo conseguí que la máquina me devolviese 2 de otros países.Cuando me disponía a volver a la biblioteca, me detuve: ¿por qué no probar con la otra máquina? Introduje primero una y, cuando le dí al botón de devolución, no pasó nada. Tras varios intentos y algún que otro golpe, comencé a indignarme. ¿Cómo puede ser esto? ¿Será posible que no funcione el botón? ¿Y ahora qué pasa? ¿Se tragará los 20 céntimos o permanecerán para que alguien reciba el descuento? ¿Qué debo hacer?
Mis posibilidades eran escasas: conformarme o comprar algo.
Lo más barato era el agua, pero mis principios no me dejaban pagar por beber agua cuando tengía un grifo a menos de 10 metros.La segunda opción era comprar algo más caro, pero eso era sucumbir. Si yo no quería nada. ¿Por qué iba a tener que gastar más dinero aún?La tercera opción, perder los 20 céntimos. Ésta me pareció la mejor, especialmente al poder agarrarme a la esperanza de que algún amigo (y no unos ladrones vendedores de grasa) saliera beneficiado.Mi enfado aumentó cuando, de repente, la maldita máquina cambió su "0,20 €. Introduzca código" por ese otro "¡Buenos días! 0,05 0,10 0,20 0,50 1 2 ¡Buenos días!"
Entonces pensé poner una hoja de reclamaciones a la empresa (ya sé cómo funcionan esos papeles), y luego me fui.
Me fui con esa indignación que primero se transformó en risa y, más tarde, en iluminación.
¡Sobre esto irá mi trabajo! Preguntaré a las personas qué es aquello que les enfada, y ellas me dirán quienes son. Les pediré que me enseñen qué les indigna, y les diré por qué son capaces de luchar. Les diré que piensen sobre las causas de sus enfados, y descubrirán que no se conocen.Y A TI, ¿QUÉ TE INDIGNA?
Tranquilo,
puedes contármelo,
no diré nada.
Yo sólo soy un perro.
meow, meow, meow
ResponderEliminarA mi me indigna:
ResponderEliminarQue alguien cuestione mi trabajo cuando:
- No aporta soluciones ni sugerencias. Tan solo una crítica gratuita...
-No está abierto al diálogo, tan solo lanza la piedra y esconde la mano.
Jajajaja estupendo.
ResponderEliminarMe indigna profundamente:
-La gente que le habla a los perros como si fueran niños chicos.
-Que pongan radares en las rectas para pillar a la gente.
-Que obliguen a la gente a disfrazarse para entrar a las discotecas.
-Y un largo etcétera...
por cierto, te enlazo desde mi blog
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