Hace varios años, cuando aún estudiaba la secundaria, recuerdo haber escuchado a mi profesora decir apasionada que el descubrimiento más importante de la historia del ser humano es el descubrimiento del aparato fonador. Menuda chorrada, menuda idiotez, menudo disparate, afirmábamos los alumnos con nuestra mirada y nuestra sonrisa irónica.
Ha pasado el tiempo, muchas palabras me han afectado y me han llegado hondo, y debo decir que tal vez mi profesora tenía razón. La palabra es eficaz, la palabra es creadora; la palabra es instrumento, es motivo, es fuente y luz. La palabra es capaz de matar y de dar vida. La palabra es fuerte. La palabra es la historia de los hombres, la vida de los hombres, el horizonte de los hombres. Siento un profundo miedo, miedo a diluir el poder de la palabra a fuerza de repetir; miedo a que esa repetición haga a la palabra vacía y desgaste mi corazón.
Martín no temas a la palabra cuando brota de un corazón limpio, sencillo y humilde. Ten miedo a la mentira y a la doblez..
ResponderEliminar¡Animo hermano, el silencio para Dios, el hermano necesita del hermano palabra, aunque ésta debe ser sana.
La última palabra... la tiene la Palabra. Y eso basta. Un abrazo.
ResponderEliminarQue bien hace a todos que en algún momento utilicemos las palabras para alabanza de las mismas. Son la expresión de aquello que nos acerca y aleja más de Dios, el raciocinio y la voluntad.
ResponderEliminarGracias por participar en el blog con vuestra lectura y comentarios. Y a Mario Benedetti, quien comentaría algo así:
ResponderEliminar"el simple hecho de no macerar el tema con palabras que se repiten y se gastan y nos gastan, ese simple silencio nos irá ayudando, nos ayudará a querernos como verdaderamente somos, y no como tendríamos la frágil obligación de ser"
Mario BENEDETTI, "Primavera con una esquina rota". El Otro (Sombras y medias luces), 1982