En la historia oculta de la historia,
gladiadores, madrileñas y mendigos,
acaban rostro en tierra, fusilados
por el arma silenciada del negocio.
En tierra de colosos coliseos,
apoya la moneda del misterio:
la sorpresa de una cara vuelta cruz,
enigma de una cruz que sale cara.
Sin odio ni violencia, con premura,
alcemos nuestra voz y nuestros ojos:
no triunfe la defensa irresponsable
de quienes de arena y muerte viven.
Sin miedo ni silencio, con ternura,
en la nostalgia de sus huesos quietos,
la luz de la esperanza, y la promesa
de morir por la paz y por la vida;
sin lucro,
sin avaricia.
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