Del otro lado del teléfono
tu corazón de mujer espera,
tu corazón de mujer espera,
noche a noche,
que la luz aguda de un sonido te despierte,
y traiga en la mañana,
como fuego,
el son de un nuevo canto a tu mirada.
El cielo es azul,
hace tiempo que es azul,
la lluvia no se recuerda en la comarca,
el jardín está seco y sola la casa;
Los pájaros sedientos
se acercan con sus cántaros,
buscando vida,
al caudaloso río de tus mejillas,
que nace en tus pupilas
y muere -sin morir-
en tu garganta.
Y tú, varón,
habitante de este lado de la historia,
permaneces lejano y ajeno;
vecino de unas teclas que no rozarán tus dedos,
porque no sueñas con quien te ama
ni amas a quien te sueña,
noche a noche,
del otro lado del teléfono.
[A la Mujer que espera...
...y al Dios con Corazón de mujer]
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