Dos veces al año se detienen las clases para la realización de los exámenes. Se lamentan los estudiantes ante tal irrupción repentina. Lo hacen también sus hermanos pequeños, quienes tendrán que jugar solos. Protesta el trabajador por la buena vida del maestro. Replica el docente cansado de correcciones, malas letras y reuniones. La doctora dobla turno ante el auge de ansiedades. Y la máquina de café, vieja y cansada, espera su aniversario con el dolor de una pregunta sin respuesta: ¿cuándo me jubilarán?
Entonces, olvidados, los pobres apuntes, libros, pdf´s y papeles, a menudo amontonados, siempre odiados y enemigos, gritan desgarrados al cielo. Tienen mucho que decir. Les dejan decir muy poco.
Por cierto, mucho ánimo a los "cerrados por exámenes",
¡¡y no olvidéis las tres R´s!! (Reducir, Reutilizar, Reciclar).
En casa aun los que no hacemos exámenes, parece que estamos en ellos. ¡Menudo mundo!
ResponderEliminarSaludos