Allá por los años 30 nació, en canarias ínsulas, Don José María. Le enseñaron desde chiquito que no había que molestar, y re-bien aprendió la lección. Andaba pidiendo disculpa a cada cosa, sin escuchar el "no es molestia" con el que era respondido.
-Disculpe. -No es molestia. -Disculpe. -No es molestia.
Así vivió, servicial y disculpado, hasta el día en que pasó, sigiloso, al otro lado. Se fue sin avisar, aunque algunos vecinos cuentan que lo oyeron susurrar disculpas mientras se alejaba.
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