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Despertar






Juanito Manosrápidas fue siempre precoz y gamberro. Cuando, cumplidos los 13, fue detenido por primera vez, ni siquiera su madre culpó del asunto a las malas compañías de su hijito. Ella, mujer prudente y rota, tuvo que reconocer desde el inicio que no había peor compañía en el barrio que la de ese pequeño truhán con quien compartía ojos, sangre, casa y apellido.

Juanito aprendió rápido las más nobles artes del terreno de la inmoralidad: los insultos y los odios, el hurto y la huida, el sigilo y el robo con violencia. A los 17 era el líder del centro de menores. A los 24, tras varias idas y venidas, se instaló definitivamente en la habitación 104 de la prisión provincial.

Cada noche, cuando el peso de las rejas y la soledad caían sobre sus hombros, él idolatraba la libertad. La deseaba lleno de fuego. La añoraba porque no la conocía, y es que no hay mayor nostalgia que esa nostalgia mágica que sentimos hacia lo no-vivido.

Juan vivió de nostalgia, pero la nostalgia sólo permanece en la espera, y la espera se rompe con el retorno, con el encuentro. Así, tras dos décadas a la sombra, Juanito salió al encuentro del mundo. Se rompió la espera, se desvaneció la nostalgia, y se apagaron la ilusión y la vida.

Juan despertó a un mundo dormido, un mundo disimuladamente carcelario, lleno de esclavos del miedo, de incomunicados en la isla de la información, de enfurecidos pacifistas y drogatas que controlan, de jóvenes con envejecidas ilusiones, de ancianos adictos al sexo, de corruptos que corrompen con mentiras, de banqueros que piden dinero, de poderosos que se apropian de casas llenas de gente para vaciarlas con una orden judicial y con un salto.

Juan despertó, y comprendió enseguida –en apenas un parpadeo- que las nuevas cárceles están llenas de ruidos y de gente. Y la tristeza le hizo recobrar la nostalgia de un mundo que no conoce todavía: la nostalgia del mundo que espera.


Comentarios

  1. le faltaron otros veinte años de carcel, amor

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  2. aparte lo anterior, idelogico, cada dia escribes mejor, no lo dejes y no beses la mano del que te va a cortar la cabeza o vas a terminar musulman

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  3. Yo sigo esperando algo de ella: mujer prudente y rota. Quien sabe si la estamos poniendo nombre y rostro y no nos lo decimos...
    ya entonces no haría falta más. Quien sabe.
    Gracias, Martín.

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