Sonaba el trailon de la cuaca a la tanada, y los raños se alemaban hacia abajo, zingrando como aquellos años en que la teva y la puna eran la sobrealardable fuerza que amozonaba como galima los quebrados róticos de aquellos rítmicos crómodos; como aquellos años en que caneteaba, túvico, el cánodo, una y otra vez, mientras los crómodos, entimados y sudorosos, no cesaban en su sísida ranea, una y otra vez, nositando el fásido ritmo del cánodo. Una y otra vez. Una y otra vez.
Todo resifla ahora con bosas námidas, es verdad, pero nada ha trestasado la tristeza triste de los crómodos.
(Homenaje a Julio Cortázar,
estilo inspirado en Rayuela, capítulo 68)
Comentarios
Publicar un comentario