Cada mañana disimulaba sus joyas y su alegría al saludar a Basilica, rumana venida a menos, pedigüeña frecuente del portal número 7, madre como ella.
Cada mañana aparcaba su ferrari a la puerta de la panadería de Manolo, y debía afrontar la vergüenza y la pobreza de tener mucho más de lo que jamás podría aprovechar.
Ella, como Basilica, encontraba la riqueza al otro lado de las cosas.
A Lola, filósofa y compañera.
Gracias, me ha encantado.No siempre sabemos dónde está nuestra verdadera riqueza. Dios, con ternura y pedagogía nos lo va mostrando cada día... la peor ceguera es la del alma.
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