Cómo cantaba las penas aquel viejito de la calle Corrientes. Guardaba la tristeza de la dictadura, la nostalgia del exilio, la sabiduría de los años y el realismo de quienes gastaron las manos con duros trabajos. Recordando historias pasadas, contaba a su hija:
-Cuando el tiempo se vuelva denso y el camino te pese, cuando los zapatos te rocen y falte aire en tu rutina, siéntate y deja que tu voluntad se mueva. Di sí al trabajo, sí a lo que hay, sí a los grises de la jornada. Al decirlo, retornará el color a tu vida y la ilusión a tu rutina. Hija, un sí lo cambia todo.
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