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Mostrando entradas de 2016

La tragedia globalizada

El mundo se ha vuelto pequeño. Cualquier lugar parece accesible, más aún para los jóvenes. Las riquezas propias de cada cultura pueden ser conocidas, aunque al mismo tiempo las tragedias son hoy retransmitidas en directo, seguidas en Twitter. Una niña en siria sube fotos de los bombardeos, un secuestrado en Paris pide ayuda mientras los terroristas ocupan la sala de conciertos, y los pasajeros del vuelo se despiden mientras se acercan a tierra. Esta cercanía con la tragedia es una realidad nueva y, si bien posibilita una solidaridad universal, al mismo tiempo puede suceder que esté ligada a una solidaridad débil, de corte emotivista, y tal vez compatible con la indiferencia, de cuya globalización el papa advierte a menudo. Se hace hoy necesario participar de la realidad social, colaborar con la acción en su transformación. Hemos de empeñarnos en reducir la distancia entre la confusión intelectual, la profunda “cercanía sentida” ante los problemas globales, y la distancia re

Otra foto en el Egeo

Muchas palabras en aquel correo electrónico que leí de corrido. Una foto al final, de mucho peso . Tanta que a mi móvil le costó abrirla, quizá como advertencia sutil de lo que nos pasa: indiferencia a grandes sorbos, desconexión de los dramas de nuestro tiempo... En la foto un mar, dos policías turcos y un niño muerto. Mi contemplación silenciosa permitió aparecer a distintos sentimientos, a los que no voy a referirme por miedo a nuestra sociedad mediática, tan emotivista como indolente, tan sensiblera como inhabilitada para la acción. Los policías, uno de los cuales sostiene al niño poco antes de la sepultura, parecen habituados a la escena. No es el primer niño. Están tan acostumbrados que no necesitan tocar. Les bastan los agarres del chaleco -¿salvavidas?-, al tiempo que les sobran los guantes. Sí, los guantes que llevan en las manos. Guantes blancos. Guantes limpios. Guantes que expresan con fuerza la distancia entre Oriente y Occidente, entre ellos y nosotr

CERRAZÓN

  La cerrazón nubla la capacidad crítica, enjuicia a base de prejuicios, evita toda forma de escucha y, por tanto, elimina la posibilidad de entendimiento y de diálogo. A menudo, se alimenta de la inseguridad y el miedo, y lleva a minusvalorar a quien no se comprende. La cerrazón vive entre nosotros, ¡y en nosotros! Se expresa en tertulias y debates, en bares y en columnas de periódico, en FB, en Twitter, y en blogs de todo signo y color... ¿Sus beneficios? La protección que da un grupo y la seguridad que ofrece tener bien delimitados los enemigos... ¿Sus consecuencias? Entre malas y terribles...

Pedagogía del cuerpo

    Funcionaba no hace mucho la pedagogía de la respuesta, de la memoria, de la mente. Los zurdos eran enderezados y los artistas se consideraban sospechosos. Los pupitres estaban perfectamente alineados y orientados para favorecer la escucha. Hoy parece que se nos va colando la pedagogía de la pregunta, la pedagogía del cuerpo, la pedagogía de la biografía. Los pupitres se agrupan de seis en seis y los zurdos y los diestros tienen que consensuar cómo reparten sus cuadernos en los huecos libres de las mesas. No sé a qué época pertenezco, pero reconozco en mí una triple verdad. Tal vez demasiado empírica y subjetiva, pero verdad: aprendo mejor con preguntas que mueven mis respuestas, aprendo todo lo que puedo tocar, y morder, y besar...; aprendo, en fin, sólo aquello que tiene algo que ver con nuestras historias y biografías... La verdad de la pregunta, la verdad del cuerpo, la verdad de la biografía...