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Miradas para todos los públicos


El problema de las respuestas rotundas, de los argumentos completos y de las conclusiones definitivas, es que acaban con la frescura de las preguntas, y son las preguntas las que nos abren a la vida verdadera.

Hace dos o tres años, en algún lugar de Andalucía (probablemente en la feria de Villanueva de Córdoba, pueblo de mi familia materna), una pregunta se me apareció de repente. El contexto de este nacimiento intelectual fue la clásica escena de un bebé rodeado de personas mayores, todas ellas emocionadas hasta el punto de estar dispuestas a hacer cualquier gansada sin sentir vergüenza. Tal vez el alcohol asistente afectaba, pero era la presencia silenciosa del niño la única capaz de transformar la realidad que le rodeaba, y de una forma tan compleja como complejas son las ecuaciones de Einstein sobre la curvatura del espacio-tiempo producidas por un planeta en su entorno.


Este bebé (y tantos otros) producen en su microcosmos social una alteración mucho mayor de la que produce una masa de millones de miles de toneladas en el macrocosmos.

Esta reflexión me llevó a mi primera pregunta: ¿cómo es esto posible?

No tengo ni quiero tener una de esas respuestas perfectas de las que al principio hablaba, pero...

  • ¿Será porque son indefensos? Si fuera por esto, entonces nos enamoraríamos también de esa gente que pasa las noches en los portales. No sé...
  • ¿Será porque son guapos? Es cierto que a menudo son graciosos y alegres, pero también cabezones y calvos. No sé...
  • ¿Será por lo que hacen? Eso seguro que no... ¡No hacen casi nada! ¡La que hace es la madre!
  • ¿Será porque ellos, en su "no decir nada", en su omisión de juicio hacia nosotros, nos hacen sentir libres, valiosos, auténticos? Esto empieza a gustarme...
  • ¿Será porque ellos, en su confianza vital, su sencillez, su desapego, su capacidad de sorpresa, su alegría sincera, nos recuerdan todo eso que con el tiempo hemos olvidado? Pues seguro que también...
Pero me queda una última pregunta, creo que más crucial: ¿por qué no miramos a toda persona como miramos a un bebé? O, mejor aún: ¿qué pasaría si dejásemos a los demás mirarse en nosotros como lo hacen en los bebés?


Trabajo para la semana

  1. Agradece especialmente los momentos de tu primera infancia. Tú también has ayudado a muchos a descubrir quienes eran.
  2. Acércate al pobre del portal, a la rumana de la tienda, al inmigrante del semáforo, y pregúntales sus nombres. Tal vez te digan el tuyo.
  3. Mira a tu enemigo, a tu jefe, a tu suegra, al idiota de tu vecino, de una forma nueva.
  4. Visita a algún anciano o alguien que esté solo y pasa un rato escuchando.
  5. Haz alguna llamada.
  6. Piensa sobre tus relaciones.
  7. Puedes leer algo. Hay cosas interesantes sobre la Filosofía/Ética de la Alteridad (Lévinas con una ética del rostro, Martin Buber con su "Yo y tú", y hasta Paul Ricoeur...).
  8. Añade tu comentario. Enriqueces este lugar al aportar tus opiniones y experiencias.

Para terminar

Gracias a todos los que me miráis sin juzgarme, me permitís conocerme.
Gracias a todos los que no me comprendéis, así no esclavizáis nada en mí ("los que nos comprenden esclavizan algo nuestro")
Gracias a todas aquellas personas que, aun sin ser niñas, me cambiaron con su mirada (Wisha, Apa, María, Trini, Antonio,...)
Gracias a quien hace ya mucho me hablaba de esto. Un día me puso la mano en el hombro y me invitó a ser como los niños, como Él.

Comentarios

  1. No es fácil comportarse como "niños" en un mundo de seguridades, miedos, dudas,poder, autoestimas...pero si queremos crecer evangélicamente no hay otros caminos que los que tu nos indicas.....gracias por la sencillez y cercanía de valores evangélicos.

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  2. Hola Martín
    Hoy descubrí por primera vez tu blog y me han gustado las dos últimas entradas que has escrito.
    Poco a poco iré leyendo más para conocerlo mejor.

    Cuando he visto la foto del bebé que has puesto he sonreído de manera natural, ver esa carita y esa mirada inocente nos hace sonreír y sentir que algo especial...cosa que no sucede cuando vemos a un adulto. De ahí que haya pensado en las preguntas que has hecho...
    " ¿por qué no miramos a toda persona como miramos a un bebé?"
    ¿qué pasaría si dejásemos a los demás mirarse en nosotros como lo hacen en los bebés?
    Los adultos somos demasiado complicados para mirar y dejarnos mirar como un bebé, nos hemos "contaminado" por esta sociedad egoísta, hace mucho tiempo que perdimos esa inocencia que tienen los niños, y que es difícil de recuperar de nuevo.

    Te sigo leyendo...Un saludo

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  3. Gracias uxue! Muchas gracias y arriba Plentzia!! xD.

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