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No te rías si te hablo del satisfyer

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Nutrición, relación,  fin de curso. Nutrición, relación, fin de curso. Nutrición, relación, fin de curso.

Año tras año, el mismo maldito orden en el temario de Biología y Geología. El destino -por no culpar a nadie- que mantenía a los alumnos a la espera de llegar por fin al tema tabú, el que despertaba las reveladoras sonrisas, el sexo. Bueno, sí, oficialmente "reproducción". Pero para todos, el sexo.

Tantas cosas han cambiado. Las escuelas se llenan de letras que se explican con más normalidad cada vez. La L. La G. La T. La B. La I. Y hasta la A y la Q en ocasiones. ¡Lo que saben los niños de hoy en día!

Todo cambia, y es necesario que seamos nosotros los que cambiemos. Si no, lo harán otros. Y una manera de cambiar es vencer los tabús, las risillas tontas que insinúan curiosidades no resueltas, miedos escondidos y culpas estancadas.

Yo ya he empezado.

El otro día, sin ir más lejos, en una conversación con adultos, usé la palabra de moda: "satisfyer". Prometo que venía a cuento. La mitad del grupo se echó a reír. La otra mitad aún tiene la boca por cerrar. Supongo que pensaban que, para los religiosos, ciertas palabras son como el bloque 3 de Biología para los alumnos de la ESO. Y no, no es así. Al menos no debería serlo.

No tengamos miedo a las palabras. Ni a la libertad. Ni a las decisiones. Ni a los errores. Preocupémonos, más bien, de no privar a las nuevas generaciones de las herramientas necesarias para comprender lo que son, para relacionarse de manera más libre, para situarse críticamente ante un mundo cargado de hostilidades invisibles, movido por los negocios de las armas, del sexo, de la droga.

Cuestionémonos por las consecuencias que tiene para nuestro mundo el acceso temprano a la pornografía. Lloremos por los millones de personas (mujeres, niñas, en menor medida niños y hombres), que son víctimas de explotación sexual.

Posibilitemos a todos querer su cuerpo, sede del encuentro, del placer, de la responsabilidad personal, del respeto a uno mismo y al otro, ¡y de la vida! Y, ojalá, ofrezcamos a los más pequeños la posibilidad de elegir, y la formación para elegir bien.

Fácil decirlo. Difícil lo demás...

Por suerte, tenemos referentes. Mucha gente, muchas mujeres, que dedican su vida a acompañar a hacer lucha desde esos mismos sueños, pidiendo a Dios que les ayude a permanecer compasivas, y que les brinde la energía necesaria para estar cerca de las víctimas y de quienes, en su juventud, están empezando a elegir cómo seguir escribiendo la historia humana.

Yo conozco a algunas, y disfruto callando a su lado...

Iraida, Ana, Begoña...

Comentarios

  1. Gracias Martín! Me engancha cómo escribes porque para mí es pura sabiduría, libertad y caridad. Una mezcla valiosísima que es tesoro cuando se encuentra

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