La frontera entre lo posible y lo
ilusorio es demasiado difusa a los ojos de los niños. Así lo fue también para
mí los primeros años de camino.
Me recuerdo pequeño, con la
curiosidad que busca el cielo, sin el soporte del pasado ni la responsabilidad
ante un futuro por construir. Me recuerdo valiente, queriendo soltar la mano de
mi abuelo, deseando pisar solo aquella calle que conducía al ambulatorio. Me
recuerdo ingenuo ante las bromas de los mayores, quienes trataban de hacerme
comprender que el televisor en blanco y negro no era el reflejo de un mundo
bicolor, sino sólo un déficit cromático, una insuficiencia tecnológica, un paso
intermedio en el proceso comunicativo.
Aquella historieta de infancia me
permite situarme en el tiempo presente, cargado de contrastes y discursos poco
dialogantes, de corrupción, cerrazón y miedo, de radicalización ideológica y
confusión generalizada. Aunque a muchos nos cueste comprender, el mundo real
tiene y tendrá siempre muchos más colores de los que los medios nos muestran.
pero martin, si la televisión verdadera era en blanco y negro, esta del color y las de plasma y smart tv esas son modernidades que deforman la realidad really real. En blanco y negro y tonos del gris. Pregúntaselo a la abuela Lola o a Juan
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